Pues sí, y os prometo que es el aspecto más importante para que las galletas salgan bien. Es mi pequeño secreto y lo voy a compartir con vosotros, que me he levantado de buen humor!
A ver, supongamos que ya tenemos la masa hecha, una bola pegajosa y pringosa... (Aquí podéis ver la receta), el siguiente paso es extenderla con un rodillo.
A mi me gusta coger papel de horno y ponerlo debajo de la masa y encima para que no se me pegue ni a la encimera, ni al rodillo. Extendemos la masa hasta que quede una lámina uniforme de unos 2 a 4 mm de grosor.
Y.... (ojo al dato) la metemos a la nevera aproximadamente 30 minutos ( o al congelador 15min) Este paso es muy muy importante para que las galletas se corten bien.
Cuando la masa esté fría y endurecida, procedemos a cortar las galletas con los cortadores de galletas. Si vemos que la masa se vuelve a calentar y poner pegajosa por toquetearla tanto, volvemos a extender con el rodillo y a la nevera/congelador unos minutos. Es un rollo, pero es la única manera de que las galletas mantengan su forma al hornearlas.
Conforme vayamos cortando las galletas, las vamos dejando en otra bandeja/plato con su correspondiente papel de horno y las volvemos a meter a la nevera. es super importante que, al meter las galletas al horno, estén frías y endurecidas para que no se deformen con el calor del horno.
Lo último es meter las galletas al horno (previamente precalentado) a unos 170º. El tiempo es variable, depende de como os gusten de doraditas, yo las suelo dejar unos 10 minutejos, pero vamos, que es a ojo total.
Eso es todo!! Quizás os parece la tontería más tonta del mundo pero, para mi, esto supuso un antes y un después en el mundo de las galletas.
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